La energética anciana que corrió la maratón más alta del mundo

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María Rivera Bustamante, quien dijo estar cerca de los 100 años, fue la participante más longeva de la XXXIV Maratón 42K

La XXXIV Maratón 42K, denominada la maratón más alta del mundo por realizarse en Cerro de Pasco, tuvo una singular participante el pasado domingo: una enérgica anciana, quien fue la participante más longeva de la competencia.

En una entrevista con “Panamericana Running” el año pasado, María Rivera Bustamante dijo estar cerca de los 100 años. Pero su edad no ha sido impedimento para este año participar nuevamente de una maratón, pues ya lo ha hecho antes.

Doña María es natural de Pasco, y se le conoce como ‘Tía Maracuyá’, puesto que se dedica a la venta de jugos. Al hablar de su estado físico, la agradable maratonista sostuvo que lleva una vida sana y tiene una dieta especial que consta de “todo tipo de verduras, huevo sancochado, menos carne y menos pollo”.

Además, señala que inicia sus días con un baño de agua fría, pese al frío en la ciudad.

La mujer confiesa también que no necesita “nada de pastillas” y que no va al médico, porque come su “mazamorra de maca con quinua”.

Su buen estado físico quedó demostrado el pasado domingo, cuando completó la competencia deportiva al llegar al estadio Daniel Alcides Carrión en medio de la ovación del público en las tribunas, según dio cuenta Andina. Informó El Comercio.

Artículo publicado por Portal Mie
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“¿Niñas sin oportunidades?”, por Inés Temple

Publicado em 25 de noviembre de 2015, em Comunidad
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De 100 mujeres educadas, 5 toleran algún tipo de violencia. De las que no llegan a terminar el colegio, 65% tolera violencia
Inés Temple
Presidenta de LHH DBM Perú y LHH Chile
Aunque sea difícil de creer, en el Perú de hoy, 7 de cada 10 niñas quechuahablantes no terminan el colegio. Y en la Amazonía, 9 de cada 10 niñas tampoco lo hacen.

El 25% de las niñas que nacen en el país lo hace en la pobreza y en situaciones críticas donde los padres usualmente eligen educar a los hijos hombres y no a las niñas. A mí me rompe el alma saber que aún hoy, muchas son retiradas del colegio para trabajar en el campo, para cuidar a los hermanitos o al ganado, porque “son mujeres y ¿de qué les va a servir estudiar?”.

La situación de las niñas que no van al colegio es crítica y urgente. Son la población más vulnerable que tenemos. Sin educación oportuna quedan abandonadas a su suerte y sin oportunidades, condenadas a repetir el ciclo de pobreza que heredaron de sus madres. Y pasarán esa pobreza a sus hijos y el círculo se seguirá repitiendo. ¡Y esto no está cambiando ni mejorando en nuestro país!

Miren lo que significa no tener educación: de 100 mujeres educadas, 5 toleran algún tipo de violencia. Pero de las que no llegan a terminar su colegio, ¡el 65% tolera la violencia en sus vidas! Y en adolescentes sin educación, la maternidad es cuatro veces más frecuente. Tanto es así que los países con menor número de niñas educadas están al final de la lista de índices de desarrollo humano.

¿Por qué es tan importante focalizarnos en educar a las niñas? Educándolas generamos un impacto muy grande en ellas y en la sociedad en general. Por ejemplo: las niñas que reciben educación son 4 veces menos propensas a casarse temprano. Las que sí lo hacen truncan su educación y los círculos de pobreza, violencia e ignorancia continúan. Las niñas que concluyen su educación comienzan un círculo diferente: tendrán menos hijos y estos tendrán más posibilidades de ser saludables. Los hijos de las madres con educación tienen 40% más posibilidades de vivir más allá de los 5 años y sus hijos tienen el doble de posibilidades de asistir al colegio. ¡Así rompemos el círculo de la pobreza!

Las niñas que asisten a la escuela ven beneficios inmediatos que van más allá de lo que están aprendiendo: ser una estudiante mejora su estatus en la comunidad, mejora su salud y hace que estén menos expuestas a peligros. Y por cada año de educación secundaria más que completen, ganarán 20% más cuando sean adultas.

Son el catalizador más potente de cambio en una comunidad: ellas se empoderan y eso trae efectos muy positivos para su familia, su comunidad y toda la sociedad: las mujeres pobres, de lo que ganan, invierten el 90% en sus familias; los hombres, el 30%. Y para el país: si el 10% más de las niñas termina su educación secundaria, el PBI aumenta hasta en un 3%.

Pero el gran enemigo es la deserción escolar. Para combatirlo, los padres, maestros y autoridades deben trabajar mucho y en conjunto. Y debemos inculcar a las niñas el valor de su educación y ayudar a despertar en ellas ese fuego interno de querer luchar para acabar su colegio, pese a todas las dificultades. ¡Qué internalicen que la educación tiene el poder de cambiar su mundo! Apoyándolas todos podemos lograr que más niñas peruanas terminen el colegio y tengan un futuro con oportunidades.

Las fuentes de la data y más información sobre este tema lo pueden encontrar en www.care.org.pe, organización que está trabajando para que la educación de las niñas sea un tema de importancia nacional.

Fuente y foto: El Comercio

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